Trump es, mucho más que la mayoría de sus colegas demagogos, una criatura del negocio del entretenimiento. Su gran éxito no se debió a los bienes raíces, de hecho, fue un pésimo empresario que pasó a los tumbos de un fracaso a otro. Lo que marcó su éxito fue un programa televisivo; eso es lo que impulsó su marca, que usó con un talento colosal para el autobombo. Cruz, Josh Hawley, Tom Cotton y Marco Rubio —senadores republicanos que ambicionan seguir los pasos de Trump— no pueden ni acercarse. Los seguidores de Trump perderán a su mesías, sin…