Cuando una polémica salta a la arena del debate público se inicia una disputa de voces, relatos, discursos y argumentos que hacen que un político se rinda y que otro aguante. En esa disputa la derrota de la izquierda está asegurada cuando se dedica a mirar el relato del propio para diferenciarse en vez de aquel que expresa el adversario para combatirlo. Eso es lo que ocurrió con Mónica Oltra, no se salió a defenderla en tromba, con todo, poniendo pie en pared y no aceptando en ningún caso que diera un paso atrás