El mundo contempló en aquellos días fenómenos extraordinarios, pues varias fueron las “burbujas” que llegaron a la Tierra. Desde finales de agosto, hasta la primera semana de septiembre, los cielos de la Tierra se iluminaron como árboles de navidad. En la noche del 28 de agosto gigantescas cortinas luminosas sorprendieron a los habitantes de gran parte de América. La Gran Aurora, como fue conocida, barrió los cielos nocturnos en latitudes donde raramente de observan auroras boreales. La gente pudo, durante varias noches, leer los periódicos...