En general, desde mediados del siglo pasado, la estrategia occidental en Oriente Próximo ha consistido en financiar grupos islámicos radicales y terroristas para impedir que la región progresara y virase hacia los soviéticos. Carter, Reagan, Bzrezinski o Kissinger fueron en gran medida los impulsores de esta estrategia. En mitad de la Guerra Fría, que la región se convirtiese en laica, prosperase y se aliase con la URSS, hubiera resultado fatal: demasiado petróleo, demasiado dinero.