Los hombres, a veces, tienen el poder de producirnos miedo, incluso sin hacernos nada. Nos basta con la experiencia de la memoria colectiva. Y ese es un poder que algunos conocen y que usan. Como cuando un hombre nos sigue por la calle de noche, sin que nos haya hecho nada, sin que haya hecho siquiera un gesto, y aun así nos aterroriza.