Dicen que cuando una imagen, por dura y reprobable que sea, se repite con la suficiente insistencia, acaba generando aceptación, incluso indiferencia. Desde hace más de un año, periódicos y televisiones de toda Europa nos sirven cotidianamente la imagen de los desesperados que cruzan el mar hacinados en botes de goma y que, no pocas veces, mueren ahogados en el intento. La repetición nos ha hecho casi refractarios a esa imagen, presentada, día tras día, como el único rostro visible del drama de los millones de personas que...