(...) Sam Bankman-Fried era, para toda la sociedad norteamericana, una de esas historias de éxito que apasionan a los medios y que, de paso, los llenan de dinero con campañas publicitarias. Aún ahora tras la quiebra, hay quien advierte que el tratamiento informativo dado por los medios en los que Bankman-Fried gastó mucho dinero es mucho más benévolo que el que debería corresponder a una historia que es simplemente un fraude con todas sus letras, en el que además, para culminar, el protagonista termina huyendo con un buen montón de dinero.