La biodiversidad y el conjunto de los humanos necesitamos noches oscuras, pero la nueva ley española renuncia a poner límites y desoye a los científicos. Cuando las tortugas marinas abandonan el nido de noche, solo buscan una cosa: los destellos del reflejo de la luna en el agua. Por leves que sean, les indican la dirección en la que esperan el mar y el resto de su vida. Pero, cada vez más, confunden las luces de la ciudad con el brillo lunar y toman la dirección contraria, la de las carreteras y los coches, y la de la ausencia de agua salada.