He aquí una plaza que se sabe singular. Madrid ha sido ciudad pía, como han dictado os tiempos. En cada plaza, una Iglesia; casi en cada calle un lugar para rezar. Pues en Plaza Mayor, no. La Plaza Mayor fue simpre esencialmente comercial –hoy más turística, más de bocadillo de calamares y caña de cerveza–, y lo que se dispuso en su empedrado fueron comercios, comerciantes y, claro, gente que pasa o que ve pasar el rato. Pero no adelantemos acontecimientos. En su origen fue, simplemente, la Plaza del Arrabal. Acudamos al Madrid medieval.