Manal, su madre Majida y su hermana de nueve años, Malak, llegaron en diciembre al campamento de Za'atari. Su padre y su hermano lo hicieron algo después. En muy poco tiempo, Manal estaba comprometida con un hombre de 22 años. Como a muchas niñas sirias, refugiadas en los países vecinos, “mi padre me dijo que tenía que casarme”, explica Manal, “en Siria era costumbre que las niñas se casaran jóvenes”.