Es un fenómeno muy poco común –“bastante raro”, dicen los expertos– que un medicamento que lleva años en circulación se retire porque se descubre después que no es eficaz. Lo que ha pasado con el ácido obeticólico –comercializado con el nombre de Ocaliva– responde a uno de esos extraños casos que dejan descolocados a pacientes (1.700 personas en España están tratadas con este compuesto), médicos y farmacéuticos.
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Pero pastís de cocido o de zumo de zanahoria deberían de extenderse por el sistema publico de salud, eso sí, con nombre de medicamento. Trankimadol, churrometricina,...
Debería de haber homeopatía o sugus con forma de supositorio baratas de marca blanca para darles a los que van al medico a que les dé alguna pastilla o para enfermedades débiles que puedan ser enfrentadas por el sistema inmunitario.
Al final, lo que está demostrado sobradamente, es el resultado maravilloso del efecto placebo.
Si te tomas un cocacoladol, en lugar del Frenadol vas a estar igual de bien o de mal, y no te estás metiendo mierda ni regalándonosla en pis después.