Durante siglos, los zares se enriquecieron a costa de la salud de sus súbditos vendiéndoles vodka, con horribles secuelas para la Rusia actual. Todo empezó con un soberano descubriendo la popularidad de un licor transparente en su reino. El vodka no tiene nada de especial: es una simple mezcla de agua y etanol sin color, olor o sabor distintivos.
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