Quien vivió en la Sevilla de los 90 lo recuerda vívidamente. Tras meses sin llover, poco después de la Expo de 1992, activaron restricciones que llegaron a suponer cortes de agua de 10 horas diarias. La situación era tan extrema que la Delegación de Gobierno planteó incluso la evacuación de la ciudad en el caso de que se acabara este recurso. Algo similar ocurría en Málaga o Cádiz -que recibía barcos con agua desde Huelva- y también en la España verde, en Bilbao o Vitoria, donde en 1990 el agua no salía del grifo durante la mitad del día.
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