Era muy ingenuo pensar que la dimisión de Zapata amansaría a las fieras. Los tiburones, al olor de la sangre, se excitan.Les atacan justamente por lo que han sido votados: por ser activistas y ciudadanos. No deben dimitir, deben presumir. No deben responderles con los mismos exabruptos sino con sus actos de gobierno. Ellos ladran, nosotros cabalgamos.
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