Una cámara de vídeo oculta en una alarma que se activaba desde la mesa del despacho de Ángel Fenoll en la empresa Colsur, con la que él podía controlar y grabar a quien entrara a su despacho; sobres preparados y billetes de 500 euros; supuestas cartas de extorsión bautizadas como "gaviotas"; cintas, muchas horas de grabaciones a personas influyentes que esperaban para ser usadas, audios descifrados o sin poder desbloquear.
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