Todos, sino casi todos las personas que viven en Peraleda de la Mata (Cáceres) conocían la historia que hablaba de unas piedras antiguas que estaban cerca del río Tajo, más o menos a unos cinco kilómetros del pueblo. Se enraizó de tal manera en el ideario popular del pueblo que fue bautizado como el tesoro de Guadalperal, pero nadie se atrevió a estudiar qué eran esos preduscos verticales. Fue entre 1925 y 1927 que un alemán llamado Hugo Obermaier, prehistoriador y geólogo, se encargó de estudiar este singular yacimiento.
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