Intentamos, por regla general, estar informados de los temas que nos afectan de forma directa en nuestra vida cotidiana; sobre todo, si tienen un reflejo en nuestros bolsillos. Sin embargo, en lo que se refiere al recibo eléctrico, es habitual que miremos el importe y lo guardemos en un cajón, mientras nos desahogamos maldiciendo contra las eléctricas y los políticos que han pasado a sus consejos de administración. Sin embargo, en la mayoría de los casos, nuestra indignación no llega siquiera a motivarnos lo suficiente como para leer el recibo.