En la Comunidad de Madrid, a los jóvenes que se portan mal los mandan a Las Vegas. No a la “ciudad-casino” de Estados Unidos, sino a la comarca homónima situada a casi una hora de la capital. Allí se encuentra Brea de Tajo, un pequeño pueblo de poco más de 500 habitantes que cuenta con una particularidad: alberga dos centros de internamiento para menores conflictivos en un mismo recinto. “Casi tenemos más reformatorios que bares”, bromea uno de los vecinos que pasea por las solitarias calles del municipio.
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