Más del 80% del patrimonio histórico de nuestro país está en manos de la Iglesia Católica. Se estima que al menos 100.000 son los bienes inmatriculados hasta 2015, año en que se acabó con este privilegio de la jerarquía eclesiástica. Entre ellos no solo hay lugares de culto (catedrales, ermitas, iglesias), sino edificios civiles, cementerios, plazas públicas, fincas, kioscos, tierras de labranza y hasta ruinas con las que el episcopado español sigue haciendo negocio. La magnitud es tan grande que habría que tratarlo como “cuestión de Estado".