El gigantesco tractor apareció de repente. Primero arrancó los plátanos. Después el maíz. Luego las alubias, los boniatos, la mandioca. En unos minutos la media hectárea cercana a Xai-Xai, Mozambique, que durante años había dado de comer a Flora Chirime y a sus cinco hijos había sido arrasada por una empresa china que construía una explotación agrícola de 20.000 hectáreas en el delta del Limpopo.
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