Una de las más inesperadas consecuencias de las primaveras árabes ha sido la súbita aparición de una carrera de armamento naval en el Mediterráneo sur. Egipto y Argelia han relanzado de repente sus dotaciones navales (algunas casi arqueológicas) con una súbita compra masiva de navíos. Túnez también ha invertido en su armada, aunque desde presupuestos y con objetivos mucho más pequeños. Libia ha mostrado su interés por reconstruir su armada. Marruecos sigue reforzando su marina de guerra y mejorando sus instalaciones portuarias.
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