La tiranía del pueblo

Decía en broma uno de mis tíos que, de niño, siempre había tenido que obedecer a sus mayores y ahora, de adulto, tenía que obedecer a sus hijos.

Hasta ahora siempre hemos tenido que obedecer las normas sociales de nuestro entorno (llámalo estado o pueblo o barrio o comunidad o como sea) para poder tener una convivencia apacible. Estas normas eran más o menos asumidas por todos y, salvo que hicieses algo que rozase la delincuencia, era poco probable que nadie te dijese nada.

Sin embargo, con la llegada de internet y las redes sociales se ha instaurado una especie de tiranía del pueblo hacia sus ciudadanos.

Nos dice sobre qué se puede hacer bromas (ya sea desde arriba hacia abajo o desde abajo hacia arriba, como matizaba Don Manuel). Nos ayuda también a saber que no se puede opinar en demasía sobre las religiones. Nos explica cómo debe ser la igualdad entre los géneros y qué no debemos hacer.

No logro entender como una herramienta que disponíamos para brindar mayor libertad de comunicación y expresión, se ha convertido (mejor dicho, la hemos convertido) en una herramienta para controlar dicha libertad.

Y como decía al principio, mi pobre difunto tío, no llegó a saber cuándo por fin iba a tener la libertad de hacer lo que él quisiera.