En una de las mejores escenas de ese clásico del humor que es La Vida de Brian, este vive el odio de sus recién estrenados compañeros del Frente Popular de Judea hacia el Frente Judaico de Liberación ("DISIDENTES!!!")
Esta situación, tan cómicamente representada por Monty Python hace 40 años (CUARENTA ya) tiene su reflejo hoy en día en lo que viene a ser la izquierda española actual. Y si, visto desde fuera tiene que ser tronchante.
El problema es cuando estás dentro.
Estamos hablando de una situación chocante: tradicionalmente, la izquierda ha estado polarizada por un partido (llamemosle A) que empezó con una idelogía socialista y que ha ido derivando en una socialdemocracia de chiste, aceptando postulados capitalistas y liberales. Todo para no bajarse nunca del trono. Ya se sabe: Tengo unos ideales, si no le gustan, tengo otros.
El resto de la izquierda ha sido siempre un verso libre. Y marginal. Comunistas, anticapitalistas, marxistas... Todos agrupados en una entelequia artificial (a la que llamaremos B) en la que todos aceptaban que era de esa manera o la extinción por marginalidad.
Y llegó el 15 de mayo de 2011. Donde la gente, harta de tanta incoherencia y de que una crisis gestada por una élite escasa fuese (y fue) pagada por todos, estalló. Y a nivel político propició la creación de un partido (siguiendo el orden, a este le toca llamarse C) que, sobre el papel, iba a ser el heredero activo y poderoso de todas las fuerzas de izquierdas. Los desencantados de A. El frankenstein de B. La repanocha. La polla con cebolla. El sumsumcorda.
Y como todo lo que en este país dependa de que dos o más personas se pongan de acuerdo en algo, esta confluencia y engendro político ha certificado su muerte ocho años despues. Las causas son variadas: egos, reposicionamientos de pensamiento, nula capacidad de empatía, culto al lider... Pero,a mi modo de ver, el problema ha sido otro:
La derecha patria no hace distinciones de movimiento: se moviliza y vota en bloque. Fin. La izquierda, en cambio, castiga no votando.
Siempre me ha hecho gracia un cartel de horarios en la puerta del Sol en pleno auge del 15M: "12:00 Taller de reiki para embarazadas veganas". Creo que este es el ejemplo de lo que ocurre con la atomización de la izquierda: en vez de potenciar lo que nos une (clase trabajadora, solidaridad, bien común), se empieza a filtrar por categorías: cuanto más raras y particularidades, mejor. Si no eres una embarazada vegana, no interesa tu visibilidad. Y así, hasta llegar al currito, a la base. Que si no entra dentro de esa categorización tan extrema, se le anula y se le excluye. El ejemplo es bastante extremo, lo reconozco. Pero la idea subyacente es esa: los anticapitalistas no se ajuntan con el líder, anticapitalistas anulados. Los marxistas no pueden forzar ninguna posición de mando y dependen de la magnimidad de otras corrientes más numerosas, asi que, si vienen mal dadas o se expresa una opinión contraria, marxistas anulados.
Resumiendo, se ha pasado de buscar el elemento común a excluir en base a categorías secundarias. Vamos, que se consigue enfadar a mucha gente por motivos nimios y al final, esta gente, y quienes se sienten representados por ellos, no votan. Como bien representaron los Monty Python, todos los que no son de mi grupo, son disidentes. Por mucho que coincidamos en los objetivos a largo plazo.
Esta gente no vota por coherencia: Son suficientemente inteligentes como para saber que la derecha no es la solución, y que el resto de opciones de izquierda (A, principalmente) no les representan. Con lo que, como he mantenido desde el principio, la derecha vota siempre. Y solo se le puede superar votando más. El problema es que el panorama actual de la izquierda, es desolador si lo que se busca es una opción de voto razonada y coherente.
Y eso da para otro análisis, pero no será este.