Hola Familia.
Hoy tenemos una colaboración muy «especial » y ahora lo entederéis.
«Soy enfermera en un colegio concertado de educación especial en Madrid. Mi trabajo consiste en cuidar del alumnado para que pueda recibir una educación como el resto de niños de su edad a pesar de sus dificultades.
Mi colegio es especial y no porque sea mi colegio. A mi colegio lo hacen especial esos 34 niños que a diario lo llenan de vida y el equipo de expertos que les ofrecen toda su gran profesionalidad en cada momento.
Cada día entro en las aulas intentando no distraer a los peques, normalmente les cuesta concentrarse y no quiero que pierdan su momento de aprendizaje y estimulación mientras que tengo que alimentarles o hidratarles mediante un “botón” que algunos tienen en la tripita porque no es seguro para ellos comer por boca, compruebo que tienen una saturación adecuada de oxígeno para que puedan desayunar sin riesgo o compruebo entre otras cosas, que la conexión de los respiradores sea la adecuada para evitar cualquier susto.
Estos niños sueñan como niños y disfrutan como niños que son. Les gustan los cuentos, jugar, las cosquillas, aprender, los abrazos, salir a la calle, pasear, la música, las competiciones, los dibujos, estar con sus compañeros, no sentirse observados…
En su mochila pocas veces llevan libros, suelo encontrar lo esperado, ropa de cambio, la agenda, el desayuno o en las mochilas de los mayores puedo encontrar hasta tablets y móviles.
También llevan algunas cosas imprescindibles y diferentes a otros niños, algunos niños necesitan tener siempre medicación de rescate para crisis epilépticas (es muy importante evitarlas para que su sistema nervioso no se deteriore más), otros llevan medicación para evitar episodios respiratorios que pongan en peligro su salud y eviten situaciones de emergencia, algunos llevan comidas especiales, otros tableros y pulsadores para poder comunicar necesidades o dar respuesta a las preguntas de sus maestros y auxiliares.
Llevan tantas cosas en la mochila, colgada en una silla de ruedas adaptada, que menos mal que no tienen que cargar con ella solos. Todos los días llevan la mochila llena. Dentro llevan fisioterapeutas, logopedas, terapeutas ocupacionales, la maestro/a, auxiliares, a la enfermera, al personal de ruta y a su familia.
Gracias a ellos pueden moverse y desplazarse con menores dificultades, comunicarse con los demás, comer, respirar mejor, disfrutar con sus compañeros de clase… tantas cosas a pesar de sus dificultades. Para conseguir que estos niños alcancen su mayor autonomía necesitan mucho esfuerzo personal, tiempo y dedicación individual de expertos.
Algunos alumnos trabajan tanto que nos dejan y se van a otros colegios y allí siguen avanzando en esta vida, otros por la edad, pasan al centro de rehabilitación para seguir trabajando y esforzándose duro en su día a día. Siempre trabajando duro para no perder lo aprendido.
A los niños y a las familias de mi colegio les ha tocado sin ellos pedirlo, llevar la mochila llena de manera permanente.
Su objetivo es ser felices y disfrutar de la vida como el resto, aunque para ellos tengan que esforzarse más que los demás y necesiten más apoyos expertos, POR FAVOR QUE NO SE LOS QUITEN, ¿la escuela ordinaria podría llenar esas mochilas?.»
Rocío.
Gracias Rocío por hacer lo que haces y el cariño que le pones, te admiro sin conocerte porque no es fácil lo que hacéis a diario y porque sé que ahora que no los tienes a ellos, estás ayudando a salvar muchas vidas.
Mil abrazos,
Verónica.