Por fin: una maestra, ministra de educación

Lo dicho. Me encanta que alguien que sabe del tema, se dedique a diseñar la educación en España. No tiene que ser necesariamente lo mejor, pero ya es un paso hacia adelante. Sabrá de lo que habla.

Tiene a su favor que ha estudiado magisterio, que tiene un master en el mismo tema (aunque no consta que haya trabajado nunca en educación) y que ha tenido que tomar decisiones personales a la hora de elegir colegio para su hijo. Además, es la primera ministra aragonesa de la democracia, lo cual no es ni bueno ni malo, pero algo tienen los aragoneses, además de su carácter obstinado, que gusta a los demás: Al Mutamán, Servet o Juan de Herrera tuvieron amigos formidables: El Cid, Calvino y Felipe II, respectivamente; aunque las relaciones del médico con el suizo se torcieron con el tiempo y no acabaron bien.

Si el colegio de las hijas de Celaá era concertado, el retoño de Pilar Alegría va a la privada, al Liceo francés Molière, de la capital maña. Y derecho tienen a escoger lo que ellos consideran lo mejor para su descendencia. No en vano, la elección de centro educativo todavía es potestad de los padres.

Esto apunta bien. Le deseo buena suerte a la ministra maestra. Nos va mucho en ello.