Falacias para todos los gustos

Las falacias son afirmaciones que parecen hechos probados, pero que carecen de fundamentos racionales a la hora de argumentar cualquier tema. Tanto en política, como en asuntos de actualidad, están a la orden del día. Se utilizan, de forma consciente o inconsciente, cuando se quiere contradecir al oponente, aunque desgraciadamente también se usan para desprestigiar al que piensa diferente. En este artículo no están todas las que son, pero si son todas las que están. Si algún ejemplo está mal o es incorrecto no dudes en comentarlo.

1. Falacia “ad hominem”

Es un ataque personal, que traducido del latín significa “contra el hombre”. En lugar de argumentar con un razonamiento contrastado, se utiliza una ofensa hacia características personales, antecedentes o la apariencia física.

Ejemplos:

“Antonio no puede hablar de feminismo porque es hombre.”

“Si David es un político socialista o del PP también será un corrupto más.”

“Juan es comunista, por lo tanto es un ignorante.”

2. Falacia del hombre de paja

También llamada falacia del espantapájaros, es una forma sencilla de hacer creer que la posición de uno es más fuerte de lo que es. Consiste en atacar una posición lógica y argumentativa con una falsedad para hacer parecer al otro más débil.

Ejemplos: 

“Creo que deberíamos actualizar artículos de la Constitución” dice Luis. Antonio le responde: “¿Estás diciendo que todo el esfuerzo que se hizo en la Transición no vale para nada y que tenemos que cambiarla ahora al gusto de unos cuantos?”

“Los que defienden el capitalismo y no el comunismo lo hacen porque al ser ricos se benefician de él y quieren que los pobres sigamos siendo pobres.”

“El votante de Izquierdas vive de chiringuitos, de redes clientelares y carece de cualquier opinión sincera.”

3. Falacia de la apelación a la autoridad (“ad verecundiam”)

Esta falacia ocurre cuando hacemos mal uso de una autoridad, como si la opinión de los expertos fuera siempre correcta, o también cuando se cita a falsas autoridades o que son irrelevantes. 

Ejemplos:

"La vacuna no es segura porque unos médicos dicen que es perjudicial."

“Los mejores economistas de Estados Unidos son libertarios y es la primera potencia económica mundial.”

“La ONG más importante ha dicho que hay que permitir que todos los emigrantes entren a Europa sin restricciones.”

4. Falacia de la falsa equivalencia o de la ambigüedad

Se da cuando una palabra, una frase o una oración se usa deliberadamente para confundir, engañar o inducir a error al sonar como si dijera una cosa, pero en realidad dice otra. A menudo, este engaño aparece en forma de eufemismos, reemplazando las palabras desagradables con una terminología más atractiva.

Ejemplos:

“No estamos en una crisis económica, sino en una desaceleración debido a las circunstancias actuales.”

“Los movimientos antifascistas son necesarios ante la intolerancia de la derecha.”

“El heteropatriarcado durante toda la historia justifica cualquier acción de una mujer.”

5. Falacia populista (“ad populum”)

Esta falacia supone que algo es cierto, correcto o bueno porque es popular entre la gente. Esta falacia argumentativa es común en la propaganda.

Ejemplos:

“La gente está de acuerdo con que la monarquía está invalidada porque ya no es símbolo de unión.”

“Todo el mundo sabe que el socialismo es sinónimo de paro y de corrupción.”

“La mujer vive en una constate opresión y en España carece de los derechos fundamentales.”

6. Falacia del costo hundido

A veces invertimos tanto en un proyecto que somos reacios a abandonarlo, incluso cuando resulta infructuoso y fútil. Todos somos susceptibles a este comportamiento anómalo cuando anhelamos esa sensación de finalización o una sensación de logro, o estamos demasiado cómodos o demasiado familiarizados con este proyecto difícil de manejar.

Ejemplos:

“Hemos luchado mucho por este partido para tener que dejarlo ahora.”

“La lucha contra el machismo tiene todavía mucho camino por recorrer y los transexuales están obstaculizando el feminismo.”

“Los valores de nuestra institución no pueden cambiar porque si no retrocederemos en influencia.”

7. Falacia circular (“petitio principii” o petición de principio)

También llamada argumentación circular. Ocurre cuando una persona repite lo que ya asumió de antemano, y no llega a ninguna nueva conclusión. También ocurre cuando la idea que ha de ser probada se incluye en las premisas, las afirmaciones que sirven para probar la conclusión posterior. Se puede reconocer un argumento circular cuando la conclusión también aparece como una de las premisas en el argumento.

Ejemplos:

“Los artículos de la Constitución son todos válidos porque siguen en ella.”

“Los pobres son pobres porque los ricos son ricos.”

“Nuestros derechos adquiridos siguen siendo validos porque muchas personas lucharon para conseguirlos.”

8. Falacia de la generalización apresurada

Una generalización apresurada es una declaración general sin evidencia suficiente para respaldarla. Ésta se produce a partir de la prisa por llegar a una conclusión, lo que lleva a la persona que argumenta a cometer algún tipo de suposición ilógica o a emitir estereotipos, conclusiones injustificadas o exageraciones.

Ejemplos:

“Las penas de cárcel a los hombres tienen que ser mayores porque son más agresivos.”

“Hay que prohibir los partidos que quieren cambiar la Constitución.”

“Todos los partidos que no son de izquierdas son fascistas.”

9. Falacia del falso dilema

Esta falacia argumentativa ocurre cuando fallamos al limitar las opciones a únicamente dos, cuando hay más opciones para elegir. A veces las opciones son entre una cosa, la otra, o ambas cosas juntas (no se excluyen entre sí). Y a veces hay una amplia gama de opciones. No es una falacia si realmente solo hay dos opciones.

Ejemplos:

“O estás de acuerdo con el movimiento antifa o eres un fascista.”

"Solo hay dos tipos de personas en el mundo: Las que son liberales y las que odian la democracia."

“Si no eres derechas ni de izquierdas entonces eres de derechas.”

10. Falacia de la correlación y la causalidad

La falacia causal se refiere a cualquier fallo lógico que se produce al identificar una causa, es decir, cuando se concluye acerca de una causa sin evidencia suficiente para hacerlo.

Ejemplos:

“Dado que sus padres son de izquierdas, él también debe serlo.”

“Si es nacionalista, también debe ser independentista.” 

“David cambió de partido político, eso es que está en política solo por interés personal.”

11. Falacia “post hoc”

Es la abreviatura de “post hoc ergo propter hoc” ("después de esto, por lo tanto debido a esto"). Esta falacia ocurre cuando confundes algo con la causa solo porque vino primero. El hecho de que algo haya sucedido antes no significa que haya causado eso.

Ejemplos:

“No hay democracia real porque se instauró una monarquía parlamentaria.”

“Si la mujer en general cobra menos que el hombre es por el machismo de las empresas.”

“En nuestra comunidad autónoma tenemos menos dinero, por lo tanto el estado nos roba.”

12. Falacia de quietismo (ad ignorantiam)

Esta falacia se refiere a cuando se intenta dar por hecha la veracidad de una idea por el hecho de que no se puede demostrar que es falsa, o cuando nadie se queja de ella.

Ejemplos:

"No entiendo porqué se ha abolido el servicio militar en España. Cuando era obligatorio salíamos mejor preparados."

“Si hemos gobernado durante tantos años es que somos la mejor opción.”

“El comunismo es bueno, aunque todavía no se haya implementado correctamente.”

Estas falacias argumentales pertenecen al mundo de la filosofía, aunque desde la psicología se puede investigar el modo en el que se utilizan en la política. Los falsos argumentos están presentes en muchos de los discursos de las personas y de las organizaciones. Las falacias nos pueden dar una idea del pensamiento que hay detrás, y en qué medida se ciñe a la racionalidad, algo que en la política se solapa muchas veces con las emociones y el sentimentalismo. Todo dependerá de nuestra capacidad de discernimiento para diferenciarlo, y de nuestro pensamiento crítico para distinguir las falacias de los argumentos bien fundamentados, aunque no estemos de acuerdo con ellos.