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Hay cosas que encuentro que provocan un miedo real, no se trata de fobias porque no hay un componente irracional sino empírico.
Hay cosas que no me gustan y que además encuentro peligrosas como el comunismo, el islam o besar serpientes de cascabel. Estos miedos entran dentro de lo que se conoce como instinto de supervivencia, y la constatación empírica de los resultados que dichas ideas o doctrinas tienen en la sociedad respaldan ese instinto. Siempre atacaré las ideas e ideologías que no me gustan y siempre defenderé el derecho de quienes sustentan esas ideologías a exponer sus razones.
Si criticar a las zanahorias se convierte en stafylínefobia tus ensaladas serán siempre las delicias de los conejos porque no podrás siquiera sugerir que las zanahorias no te gustan o que de vez en cuando prefieres otra cosa.
Si yo discuto con una mujer sobre cualquier cosa, ensaladas por ejemplo, y resulta que no le gusta por donde transcurre el debate basta con que me llame misógino o machista para que crea que la discusión o el debate se da por zanjado.
Si además es lesbiana pues podrá llamarme homófobo por no opinar como ella sobre cualquier asunto, si también es negra, racista. Da igual que discutas de política, de cocina o sobre mascotas la espada de Damocles de ser catalogado de fóbico estará ahi para caer sobre ti.
¿La solución? La solución es que te debe resbalar lo que te digan que no sea razonado, que no tienes que aceptar las trampas que ellos llaman reglas, aferrarte a la lógica y poner en evidencia lo inconsistente que es equiparar misoginia con no darle la razón a una mujer o transfobia con no estar de acuerdo con un transexual.
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