El País jaula

Primero, advertir que hablar de Daniel Ortega, no es atacar a un revolucionario, si precisamente por su ambición de poder hoy tiene una revolución en su contra, ese país pequeño, que salió de la dictadura bananera de los Somoza, ya no queda nada, esa revolución y gente como Ortega, ya no queda nada, hoy Ortega concentra tanto poder y dinero como los Somoza cuando los enfrento tanto que algunos de los jóvenes que están en las calles, son del sandinismo, ellos saben que el gobierno de Ortega se salió de control y ese dictador no representa las ideas sandinistas, no es proteger un gobierno autoritario, es proteger el legado de Sandino, el que vale, no un gobierno cleptocratico como el de Ortega donde su esposa, Rosario Murillo, nombrada vicepresidenta, es la mujer más odiada en Nicaragua, se convirtió en la María Antonieta para los nicaragüenses, lo peor es mucho más fea y mala, que la aristócrata austriaca, pero igual representa ese símbolo del autoritarismo, la arrogancia y la fantochería desde la dictadura de Ortega.

Si, Ortega, convirtió a su país en una jaula, donde concentran gran parte de la riqueza del país, no fue está la causa para derrocar a Somoza, un revolucionario como Ortega solo defraudo no solo a sus autores sino a su propia lucha, hoy, personajes como el poeta sandinista, Ernesto Cardenal, tienen razón, nada diferencia al somocismo del orteguismo, tan solo que uno defraudo a sus ideales. Que, una reforma social contra las pensiones, fue la causa; no, es así, la causa, es la enorme insatisfacción del pueblo nicaragüense con un gobierno donde no solo los hace ser más pobres, sino que les reduce sus libertades individuales, es que lo más de treinta fallecidos son motivo suficiente, para su salida del cargo, inclusive podría llevarlo ante la justicia, no ante la de su país que está igual de corrompida y controlada por él, sino si es el caso, ante la justicia internacional, la situación actual de Nicaragua debe ser denunciada por los demócratas de América ante todos los foros del mundo donde se pueda.

Espero que la salida de Ortega del cargo y el próximo llamado a las urnas, resuelva los problemas de Nicaragua, y logren derrotar definitivamente un autoritarismo en la bella tierra, del poeta, Rubén Darío que merece una democracia, amigable con su gente, y eso definitivamente no es posible, con Ortega.

Alvaro Támara Higuera

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