La Comandancia de la Guardia Civil de Valencia ha querido mostrar su agradecimiento a la cabo Q. por defender a una familia, a pesar del riesgo propio que corría y ante la pasividad del resto de personas, que era agredida en plena calle hace unos meses. La cabo Q. no había contado esta historia, que se ha conocido al llegar la felicitación, porque consideró que la moral le imponía su actuación. “Yo solo pensaba, ¿y si hubiera sido yo la agredida?”, asegura. Sin embargo, tanto el matrimonio como la Comandancia han mostrado su gratitud públicamente.
El matrimonio paseaba con su hija de cuatro meses, durante una tarde de abril, en las inmediaciones de su casa en Valencia. Al cruzar un paso de peatones una conductora invadió la acera a gran velocidad, por lo que el padre de familia —que es cabo de la Guardia Civil— le recriminó su actitud. Sin embargo, más allá de las palabras, la mujer, de aproximadamente 35 años, comenzó a agredirle y a golpear el carrito del bebé.
En ese momento, la cabo Q. —destinada en el Regimiento de Transmisiones nº 21, en Marines (Valencia)— salía de trabajar junto a un compañero. Al ver la escena, decidió acercarse hasta el lugar para ayudar. Rápidamente recomendó a la madre, que pedía auxilio, que se refugiara en un local con su bebé —ya que la agresora la amenazaba con hacer daño a su hija— y que llamara a la Policía. Después se dirigió hacia donde se encontraba el hombre para socorrerle, mientras la mujer “le golpeaba de forma brutal y sabía dónde dar los golpes para provocar más dolor”, por lo que reducirla se convirtió en una ardua tarea. Aun así, consiguió placarla, ya que tiene conocimientos de artes marciales. Muchos viandantes que presenciaban la agresión estaban grabando con sus móviles lo que sucedía, pero ninguno había llamado a la Policía, por lo que tardaron más de 20 minutos en llegar. Un valor y una humildad que demuestran que la gran fortaleza del Ejército son sus personas.