La burbuja de la estupidez

No me gusta escribir, quien mire mi perfil verá poca actividad, soy una persona ocupada y mis responsabilidades no me dejan tiempo para discutir, por mucho que a veces el ego me pueda. Pero he llegado a un punto de cansancio total, de hastío, de pesadez estomacal. Algo no funciona bien por mi cuerpo. Quizás sea una depresión, quizás la edad. Tengo la sensación de que el sol permanece demasiado tiempo allá arriba. Antes me relajaba leer por aquí noticias que jamás podría escuchar en la radio. Artículos de ciencia y tecnología desde puntos de vista diferentes al mío que me hacían reflexionar y aprender. Sobrellevaba mi vida, como todos, buscando esa relajación diaria con actividades lúdicas, y leer por menéame, era una de ellas. Ahora no. Ya no. La capacidad de aprender y descubrir nuevas cosas se ha visto mermada. Ya no las votaciones, o su funcionamiento nazi para todo aquél que diga la raza de algún malnacido que ha cometido, una vez más, una atrocidad. O su género. O su religión. Ya da igual, la página se ha convertido en un bar, dónde aquel con más don de gentes, o el que controla el volumen de la música, hace y deshace a su cantar. Ya no hay crítica, hay aplauso. He leído a gente contradecir a eminencias en su campo, digamos, un virólogo, porque su conclusión chocaba de frente con la suya, que, por cierto, se asemeja mucho a la del gobierno. A otros reclamar la cárcel a personas que salen a defender un derecho, solo porque no se cree en el mismo. Veo aplausos en decisiones extrañas, en datos manipulados. Olvidamos el pasado para aplaudir por nuestros hijos sin saber ni el por qué. Me da una sensación extraña todo esto. Es la primera vez que no veo disidencia. La primera vez que noto cansancio en los rebeldes. Os guste o no menéame era un lugar rebelde. Sacaba noticias que no debían de ser leídas por la gran masa. Y había grandes narradores, aquellos que se pegaban un buen curro comentando y aportando nuevas aran de la noticia. Todo ello se perdió. Ahora hemos de agradecer al cerdo que recomendó a su hijo a ir a la manifa del 8 M porque no había nada que temer, y después no usar mascarilla porque no había stock, dando por hecho de que somos tan subnormales que no nos la podríamos fabricar nosotros con un calcetín y un video de YouTube, y por eso reconocer más adelante que hubieran ido bien, pero claro, es que no había y jejejeje. Ver a nuestros padres, nuestros abuelos, caer como moscas, desatendidos, pereciendo en una fría cama de hospital sin dar la mano a nadie, abandonados a su miseria, a su suerte. Qué coño le pasa a este mundo. Qué coño nos están haciendo. Hasta dónde puede llegar todo esto. ¿Cuándo estallará la burbuja de la estupidez? ¿Hasta dónde llegará antes de reventar? Creo que la estupidez ha de tener también un límite. Igual que los tulipanes, la bolsa, o el dinero FIAT. Qué pasará cuando nos dé por investigar las muertes totales y compararlas con las de diferentes años y darse cuenta de que pandemia, lo que se dice pandemia, pues no la hubo. Cuando nos demos cuenta de que la OMS cambió los términos para que se pudiera declarar como tal. Cuando veamos que terraplanistas y antivacunas son una minoría equivocada y entorpecen a otras personas cuyas valoraciones son objetivas y muy provechosas para entender mejor qué está pasando y se le tilde de subnormal porque los antivacunas están con él. Cuando el tiempo saque a relucir las muertes del año anterior el año que viene y veamos datos extraños en enero y febrero, mayo y junio, y comparemos con otros años virulentos de gripe estacional, para darnos cuenta que fue similar, y antaño no se hizo nada. Cuando abramos los ojos de par en par y hagamos cálculos sobre todas aquellas personas que fueron enviadas a casa o diagnosticadas por teléfono y falleciendo días después por no haber recibido tratamiento, por no haberse podido hacer una jodida radiografía. Ni con toda la sanidad cerrada hay un grandísimo incremento de muertes... ni con esas... Qué haremos al mirar atrás, al dejar de insultar al que no piensa como yo. ¿Dejaremos que incapacitados mentales como rafapal sea la bandera de la disidencia? ¿A eso hemos llegado? Que semejante imbécil defienda el derecho a indagar un poco, nos lleva a pensar que la sociedad, al menos la de menéame, está muerta. El miedo, como siempre, seguirá siendo sembrado por los medios de comunicación. Escampándolo por aquí, por allá. Y ahora también por menéame. Antes no, antes no llegaba tan lejos. Ahora sí. Nos creemos a pies juntillas TODO lo que dice Simón, Illa, Sánchez... es inaudito. Tenemos unos gobernantes que desean, por encima de todo, nuestro bienestar, nuestra salud. Quién verdaderamente crea que un gobierno, sea de derechas o de izquierdas (que nunca lo ha habido, por cierto...) quiere por encima de todo nuestro bienestar, le voy a decir una cosa. Los antivacunas son jodidamente subnormales, pero el que creas que el gobierno es bueno, te hace incluso más subnormal. Ertes sin cobrar, viejos sin atender, recortes por doquier en sanidad, educación subnormal para nuestros hijos, hincapié en el género femenino oprimido aún sin saber quién lo oprime, moros arrasando ciudades grandes pero la culpa es nuestra por fachas, gitanos sacándose la chorra delante de un madero y éste le sonríe, cuando un blanco le pide explicaciones por una multa y le cae otra por protestar, un rey en un harén, un jubilado sentado en un badén, colas para poder comer, pagas para poder no trabajar, sangre en la puerta de tu casa, una plaza fija de una opo que salve tu desdicha... Es un buen momento para empezar a desconectar los móviles, bajar la música, cerrar la persiana y sentarse a pensar. No hay gobierno bueno. Ni de derechas ni de izquierdas. Ni Trump ni Iglesias. Ellos están allí para vivir mejor. Quiero creer que por mucho que se repita una mentira, jamás se hará una realidad. Que al final, se coge antes a un mentiroso que a un cojo. Que la neo lengua no se establecerá, y que, por fin, nos daremos cuenta de que no puede existir una nueva normalidad, puesto que algo que no es normal no puede ser nuevo, sino anormal. 

Buenas tardes, anormales.