Atrapada en una situación surrealista, ¿tengo derechos?

Hola. Me encuentro en una situación surrealista de la que no sé cómo salir. Si alguien puede asesorarme y dispone del tiempo y las ganas, se lo agradezco.

Soy una mujer ya con sus años (paso de los 40), que tuvo la peregrina idea de alquilar una habitación en una bonita casa de varias plantas de Barcelona. Puede parecer una locura ponerse a compartir vivienda a mi edad, sobre todo teniendo en cuenta que he vivido muchos años sola, pero me dio un arrebato de optimismo y ganas de darle un giro a mi vida. En realidad, se juntaron varias cosas: el pánico a otro confinamiento, los precios desorbitados de los alquileres en mi ciudad, la necesidad de ahorrar y un anuncio tentador de una habitación preciosa en un lugar privilegiado de mi ciudad que está rodeado de naturaleza. Pensándolo bien, podría haber funcionado, y, de hecho, las primeras semanas estuve realmente feliz, pero luego todo empezó a torcerse... Y de qué manera.

Aunque desde el principio me di cuenta de que la propietaria de la casa era una mujer con mucho carácter, que se contenía todo lo que podía, me convencí de que al ser una mujer educada y madura, incluso aunque tuviera un poco de pronto, hablando podríamos solucionar cualquier problema que pudiera surgir fruto de la convivencia. Error.

La realidad es que cada vez ha ido soltándose más, mostrándose abiertamente como una mujer muy autoritaria, controladora y prepotente, que no duda en faltar gravemente el respeto a las personas, a las que trata como si fuéramos sus subordinados. Progresivamente, se fue dando una escalada en su maltrato, y pasó de pegarme pequeñas broncas por cualquier cosa (por ejemplo, el ruido del secador a las 11 de la mañana), a faltarme gravemente al respeto. Además, es totalmente imposible razonar con ella porque ni siquiera quiere escuchar mis argumentos. Su frase favorita es: "esto es una comunicación, no quiero escuchar nada de lo que me digas". Al principio, como estaba encantada en la casa, actué de forma muy sumisa, pero llegó un día que decidí que no quería soportar ese trato y que me iba a marchar. Fue comunicarle mi decisión a través de Whatsapp y empezar el auténtico infierno.

Aunque simplemente le dije que, debido a que no me gustaba la manera en la que me hablaba cuando se enfadaba, iba a marcharme a finales de marzo, reaccionó con ira y me escribió algunos whatsapps que me sorprendieron. Aun y así, pensé que se trataba de una reacción impulsiva fruto del enfado, y que las cosas se calmarían. En teoría, todo tenía que ser sencillo. Se lo comunicaba con más de mes y medio de antelación, con lo cual cumplía de sobra con el plazo estipulado para que me devolviera la fianza.

Con lo que yo no contaba es con que la mujer iba a hacer todo lo posible por amargarme el resto del tiempo que me quedara en la casa (incluso diciendo cosas absurdas como que tengo el baño repugnante, cuando es todo lo contrario, lo tengo prácticamente impoluto) y que iba a intentar robarme descaradamente la fianza.

Sin embargo, es más que evidente que no quiere devolverme mi dinero y que se las está ingeniando de todas las maneras posibles para hacerme sucumbir y que me marche antes de tiempo. Es tal el acoso y derribo que ya me está empezando a pasar factura y sufro de insomnio y ansiedad. Tengo conversaciones de whatssapp y grabaciones de sus insultos y amenazas que muestran el acoso, aunque las cosas más fuertes que me ha dicho, como que su hijo me va a destrozar la cara a guantazos, no las tengo.

Uno de los temas importantes es que me ha comunicado que nadie puede entrar en la casa para ayudarme a llevarme mis cosas, ni siquiera un servicio de mudanzas. Al margen de que no me apetece toda la complicación que le añade a mi marcha esta decisión maquiavélica, hay dos problemas. Por un lado, tengo muchos libros, y cargar con tanto peso podría perjudicarme debido a que hay que bajar bastantes escaleras y yo tengo bastante tocadas mis articulaciones: el año pasado fui intervenida del hombro y tuve lesiones serias en las rodillas que requirieron de rehabilitación. Por el otro, y aquí viene lo más retorcido, para devolverme la fianza me exige que me lleve una cajonera muy grande, que obviamente me autorizó al principio a traer, y que es totalmente imposible que baje yo sola. Cuando digo totalmente, es totalmente. Sospecho que quiere matar dos pájaros de un tiro, quedarse la cajonera (que le va que ni pintada a la habitación) y quedarse la fianza.

Mis pregunta son: ¿estoy totalmente indefensa ante esta situación? ¿Mi única opción es claudicar y sacar las cosas de la casa como buenamente pueda (se presenta complicado) y perder la fianza? ¿Sería posible no abonarle el mes de marzo y que se lo cobre de la fianza? Esto último lo pregunto pero tampoco creo que me atreva a hacerlo, viendo que la mujer además de ser muy manipuladora tiene problemas mentales. Lo que ocurre es que en estas dos semanas (yo contaba con un mes más), no he tenido tiempo de encontrar otro sitio.

Añadir, que no declara lo que obtiene del alquiler de la habitación y que ni siquiera me un comprobante de pago cuando le abono las mensualidades, las cuales me obliga a pagar en metálico.

Lo dicho, si alguien tiene alguna idea de cómo abordar esta situación, será bienvenida. Siento el ratito que os he robado. Gracias por leerme.