Seguramente todos, aunque no nos acordemos, hemos experimentado alguna vez ese minuto. Empezaste los primeros segundos como siempre, creyendo lo que siempre habias creído sobre algo. Pero precisamente te hablo de este minuto, porque estabas confuso sobre el problema y te echarse a pensar.
Conforme vas adentrando en los 60 segundos, vas deshilachando los causa-efectos y como si fuera la última hoja que cortas con el machete, la jungla de tu mente te deja ver el claro.
60 segundos, ¡ya está! ya te has desengañado. Al menos ahora sabes que por creer en algo durante mucho tiempo, no quiera decir que te puedas equivocar.