Desde hace tiempo y los últimos días con un mayor grado de intensidad, se ha vuelto un lugar común de los más variopintos opinadores patrios, seguidos por una legión de comentaristas en las redes sociales, el afirmar que el independentismo es ilegal en Alemania. Pero vayamos a los hechos. Pese a ser un país muy descentralizado, la única región de Alemania con un movimiento secesionista más o menos significativo sería la que ocupa el lander de Baviera, en dicha región la identidad bávara ha sido siempre muy marcada y desde 1946 existe el Partido de Baviera, un partido cuyo principal motivo de existencia es la defensa de la identidad bávara y en última instancia la independencia.
Dicho partido ha cosechado resultados dispares a lo largo de la historia, desde un 20% de los votos en las primeras elecciones democráticas a las que se presentó en 1946 hasta la poca relevancia política que tiene hoy en día, pero jamás ha sido ilegalizado.
Y es que tal afirmación viene de la interpretación restrictiva que hacen algunos en España del artículo 21/2 de la constitución federal alemana, que viene a decir que los partidos que “pongan en peligro la existencia de la República Federal de Alemania, son inconstitucionales”, en ningún caso habla de movimientos secesionistas de forma explícita, algo que tampoco ha sido confirmado nunca por ningún tribunal alemán.
Pero vayamos a los hechos y a qué significa que en España muchos apelen, sin fundamento real tal y como hemos visto, que en Alemania se ilegaliza el independentismo. En mi opinión, esto es más grave de lo que parece, ya que ejemplifica de forma muy clara y diáfana qué estándar para entender las libertades democráticas tienen algunos, siempre buscando los supuestos más restrictivos en cuanto derechos a la hora de hacer comparaciones, quizás para encontrar un pretexto para lo que ellos desean en última instancia. Es decir, solucionar los problemas políticos a base del recorte de libertades sin plantearse las causas ni encontrar soluciones dialogadas a los mismos.
Lo que ha pasado la semana pasada es el primer toque de atención cualquier buen entendedor y es que el relato hegemónico no siempre tiene porque ser el verdadero y mucho menos el que te vayan a comprar en el exterior en donde se ven las cosas desde un punto de vista mucho más objetivo. Si no hay la menor rectificación por parte de partidos, gobierno y judicatura y se emprende una huída hacia adelante, el ridículo que va a hacer España va ser de proporciones astronómicas, después de Alemania es más que probable que vengan sentencias similares de los demás países implicados y será muy complicado seguir manteniendo el relato de que “todos están equivocados, menos yo”.