Llevamos como un siglo con el cambio de hora, sin embargo las quejas no han empezado hasta hace pocos años, ¿Por qué? Simplemente, porque antes los relojes iban a cuerda.
A los relojes de antes no solo había que darles cuerda cada día, además eran muy imprecisos con lo que había que ponerlos en hora regularmente. En estas condiciones, el cambio de hora no suponía ninguna alteración en nuestra rutina.
Pero la llegada de los relojes de cuarzo las cosas han cambiado. Los relojes modernos funcionan durante años antes de que sea necesario cambiarles las pilas; además son lo bastante precisos como para que no sea necesario ponerlos en hora. Es decir, en el mundo moderno solo nos acordamos de los relojes (y de sus santas madres) cuando lleva el fatídico día del cambio de hora.
De todas formas, lo mas increíble es que en pleno S.XXI los relojes no solo no hacen el cambio de hora automáticamente (Cosa que si hacen los móviles y ordenadores), sino que ni siquiera tienen unos botones de "adelantar una hora" y "atrasar una hora" o de "horario de invierno" y "horario de verano". En los relojes de agujas hay que buscar la ruedecita de poner en hora, y en los digitales hay que ponerse a bucear por menús o, peor aun, pulsar unas secuencias de botones que ni el Mortal Kombat en nivel experto.