La banca privada fabrica el dinero apretando el botón de un ordenador

En las escuelas y las universidades —¿en las facultades de economía tampoco?— no se enseña que el dinero no consiste sólo en monedas y billetes. Sólo —¡¡¡como máximo!!!— un 5% del dinero, es decir, de la mal llamada masa monetaria oferta monetaria, está formado por monedas y billetes. El resto es dinero bancario, cuya existencia consiste informar el balance contable de un banco, pero carece de cualquier otra realidad física. De hecho, la clasificación del dinero es mucho más compleja —convendría tener en cuenta otro tipo de títulos—, pero por el momento nos conformaremos con esta sencilla y elemental distinción. La segunda aclaración también es muy importante y debe quedar impresa en la mente del lector. Los bancos, cuando conceden un crédito, no prestan sólo el dinero atesorado por los depósitos de los ahorradores. Antes bien, la mayor parte del dinero prestado es creado ex nihilo (de la nada), apretando el botón de un ordenador. Así de simple. Mas por ese dinero producido ex nihilo cobran unos intereses al prestatario. Por si fuera poco, ciertas leyes, impuestas por la oligarquía financiera a los gobiernos a través de políticos títeres, prohiben que el Estado produzca de la misma manera que los bancos privados el dinero que necesita para auto-financiarse. De manera que el Estado tiene, con este fin, que solicitar créditos a la banca privada y pagar unos intereses que, sin esas leyes abusivas y antisociales, podría ahorrarse. Intereses que pagamos los contribuyentes a las garrapatas con el sudor de nuestra frente. El sistema de producción del dinero está organizado en perjuicio del conjunto de la sociedad y amenaza la civilización, porque, a la larga, el servicio de la deuda soberana convierte el Estado social en una institución financieramente inviable. Por el contrario, antes de que se promulgaran dichas leyes oligárquicas, el Estado social funcionaba perfectamente y no se produjo ningún supuesto problema de inflación desbocada. Las crisis inflacionarias han sido provocadas siempre por el descontrol de la banca privada, cuya codicia e impunidad es la responsable tanto del crack de 1929 como de la gran crisis de 2008.