COVID19 el salvador asesino

Era simplemente cuestión de tiempo, el mundo tal y como lo conocíamos estaba abocado al fracaso.

La humanidad permanecía ciega a la destrucción de todos los hábitats del planeta que tan generosamente nos había permitido crearnos, existir.

Y todo esto pese a las advertencias acuciantes que se observaban a diario a través de las imágenes compartidas en la sociedad de la información.

Pese a las incansables y evidentes denuncias de la comunidad científica, los individualistas gobernadores de la nave, hacían caso omiso, cegados por un materialismo enfermizo...

Entonces, zás, el COVID19 llegó para darnos una bofetada. Una bofetada que nos sacó de golpe de esa individualidad egoísta. Nos enfrentó a nuestros propios tabues sociales mostrando nuestra vulnerabilidad.

Trayendo a la misma y cruda parca, a casas de blancos, negros, ricos, pobres, creyentes, ateos, conservadores o progresistas: Todos éramos iguales para el COVID, sin distinción.

Nos salvó. Nos unió a todos, replánteandonos el sentimiento trascendental como especie.

Las cosas ya no fueron igual, el virus nos hizo despegar, el virus nos hizo despertar.