Mucho se lleva hablando sobre las razones del declive de Podemos, razones externas, razones internas…etc.
Sin quererle quitar peso ni trascendencia, dejemos aparte por un momento las vergonzosas maniobras que desde el poder, como vamos conociendo últimanente, se han hecho contra Podemos. Han tenido impacto, son inaceptables y tal.
Pero quiero hablar de una de las razones exclusivamente achacables a Podemos y específicamente a Iglesias y su equipo de comunicación.
Para explicar lo que quiero plantear voy a utilizar un ejemplo y una comparación. Las declaraciones de Iglesias frente a las declaraciones de Manuela Carmena sobre el asunto de tauromaquia.
Recientemente se preguntó a Iglesias su opinión sobre este asunto y su respuesta fue inequívoca: a él, personalmente no le gustaban los toros y abogaba por un referendum sobre el asunto: “No me gustan y me gustaría que en España dejara de haber toros, pero creo que, como para una parte de la gente es una tradición arraigada, se debe votar, preguntar a la gente si se quieren toros o no”. Esto dicho con el tono rotundo, orgulloso de su punto de vista al que nos tiene acostumbrados.
Veamos la respuesta de Carmena sobre el mismo asunto:
Ha afirmado que la "crueldad animal no es buena", pero llama a ser "tolerantes" con las tradiciones y la cultura.
Carmena cree que el referéndum planteado por Podemos no es oportuno porque hay que acostumbrarse "a tener sintonías diferentes". "Me parece que entre las personas progresistas hay gran preocupación por el maltrato animal y son contrarias a la tauromaquía, pero creo que hay que saber convivir y es importante que se trabaje en ese sentido. Veo interesante trabajar contra el sufrimiento animal. Pero hay que pensar que hay unas tradiciones, una cultura, y hay que ser tolerantes", dijo la alcaldesa. Y añadió que, en su opinión, "luchar contra el sufrimiento animal es una manera de ejercitar la sensibilidad". Dicho con el tono tranquilo y un poco dubitativo habitual en la alcaldesa.
Analicemos ambas respuestas, primero el tono, el de Iglesias rotundo y reivindicativo, el de Carmena, tranquilo y dubitativo.
¿Cuál es mejor? Mi opinión es que depende. Depende de cual es el tema y la posición en conjunto de la sociedad.
Cuando tienes a la gran mayoría de la población, más o menos conscientemente, de tu parte (por ejemplo cuando reivindicas que paguen más impuestos las multinacionales o que los bancos devuelvan parte de las ayudas ) el tono de Iglesias tiene sentido. Exige, moviliza, la gente escucha a alguien que dice lo que piensa sin miedo y eso suma. Las emociones están de tu lado.
Pero cuando entras a discutir un tema divisivo, no estructural sino cultural, donde se mezclan múltiples cuestiones y no tienes las emociones de la gente de tu lado el tono de Iglesias es un desastre, produce rechazo y da sensación de soberbia. El tono de Carmena es aquí mucho más eficaz.
Vayamos ahora al contenido. Insisto, lo que es importante tener presente es que este es un tema donde hay un gran porcentaje de la población que no va a estar de acuerdo con la postura “oficial” del progresismo, nos guste o no, por amor a sus tradiciones o porque creen que su derecho a un viejo espectáculo está por encima de los “nuevos” derechos de los animales. No quiero discutir sobre si los toros están mal o bien, no se trata de eso.
En este caso, Iglesias no es sólo rotundo, nos expone su gusto personal sin que se le haya preguntado ( “a mí no me gustan los toros”). Con lo cual induce un rechazo automático en los millones de personas a los que le gustan.
No sólo eso sino que politiza el debate, lo carga de peso político y pide un futuro referéndum (con las resonancias que tiene la palabra de división...) en el que previsiblemente el abogará por la prohibición. De esta forma hace imposible otra postura que con él o contra él. No hay medias tintas.
En cambio Carmena no expresa sino su deseo de convivencia. Como mucho se atreve a pedir que cultivemos nuestra sensibilidad por los animales: lo más proactivo que insinúa es un proceso de educación. Pero respetando las distintas sensibilidades.
Ella aspira a gustar, o al menos a no producir un rechazo visceral, como ocurre con Iglesias, en esa enorme parte del electorado que tiene otra tradición política y cultural, y que no va cambiar por más que se le grite o se le aleccione. Aspira, al menos a su neutralidad.
Es evidente que su discurso quiere evitar entrar en donde Iglesias salta con los dos pies, un discurso divisivo, politizado de raíz, de enfrentamiento. O votas sí o votas no. Carmena en cambio quiere “despolitizar” la polémica y convertirla en una cuestión cultural. Con sus multiples matices. No se crea más enemigos que quienes quieren serlo por otras razones.
Este pequeño ejemplo muestra las diferencias entre Carmena e Iglesias y las dificultades en las que ha ido cayendo Podemos según la estrategia comunicativa de Pablo se ha ido imponiendo, desplazando a otras propuestas, como la que parecía sostener Errejón.
Con esto no quiero decir que los errejonistas tuvieran toda la razón y los pablistas no. De hecho, estratégicamente, pienso que los pablistas han estado más acertados. Por ejemplo aceptar el gobierno Sanchez-Ciudadanos en 2016 habría sido una catástrofe para el partido. Era una trampa específicamente diseñada para desmovilizar a Podemos, pero no quiero desviar el tema de discusión: comunicatívamente el equipo de Iglesias, con su referencia extemporánea a la "cal viva”, su reclamación inmediata de la vicepresidencia , la incapacidad para trasmitir la trampa urdida por el PSOE, etc. fué un desastre.
Parafraseando aquello de puño de hierro sobre guante de seda, si pensamos en la política comunicativa como el guante y la politica estratégica como el puño , el problema de Podemos ha sido que la propuesta de Errejón parecía ofrecer puño de seda con guante de seda, y triunfó el puño de hierro con guante de hierro de Iglesias. Lástima.