El reducido tamaño de estos supercondensadores, su rendimiento y su bajo coste los hace idóneos para ser utilizados en los smartwatches, las pulseras cuantificadoras y en cualquier otro dispositivo «vestible» en el que el espacio disponible es muy escaso. Aun así, no hay ninguna razón para pensar que otros dispositivos electrónicos, como los smartphones o los ordenadores portátiles, no puedan beneficiarse también de esta innovación, sobre todo si tenemos presente que cada vez son más finos.
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