Aunque la administración Trump volvió a colocar a la Luna en el foco del programa tripulado en detrimento de Marte, el planeta rojo sigue siendo un objetivo para la NASA. Un objetivo a largo plazo y sin un presupuesto concreto, eso sí. Pero un objetivo al fin y al cabo, así que hay que estar preparados. Una nave tripulada es mucho más grande que una sonda espacial. Los paracaídas no son una buena opción debido a la complejidad adicional que representan y lo mejor es emplear retropropulsión supersónica.
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