Los procesos tradicionales para la fabricación de tinta suponen la quema deliberada de combustibles fósiles, pero los investigadores del MIT han conseguido idear un nuevo sistema de producción para obtener tinta ecológica. Para ello han empleado partículas procedentes de la polución del aire, entre las que se encuentran el hollín de carbono no quemado procedente de los tubos de escape de los coches, las chimeneas o los generadores, entre otras fuentes.
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