Es el hombre más rico de la Tierra. Quiere convertir a la humanidad en una civilización interplanetaria, salvar al mundo del cambio climático, combinar el cerebro humano con los ordenadores, y, sobre todas las cosas, «preservar la civilización». De camino, se ha erigido en defensor a ultranza de la libertad de expresión más radical y compadrea de cuando en cuando con la ultraderecha global. Además, lo sabe todo. O eso parece creer.