A medida que el supuesto gatito va creciendo, se le empiezan a intuir unas orejas más grandes que las de los felinos. Hacia el final del vídeo ya se puede ver que definitivamente no se trata de un gato, sino de un zorro. Y es que, aunque cuando son pequeños son casi indistinguibles, cuando crecen, las diferencias entre estos dos felinos son evidentes.
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¿Desde cuándo los zorros son felinos?