Ser zurdo tenía una gran ventaja en el combate cuerpo a cuerpo. Los enemigos diestros generalmente esperaban enfrentarse a un oponente igualmente diestro, con lo cual los zurdos contaban en primer lugar con el elemento sorpresa. En segundo lugar, los zurdos solían entrenarse para combatir contra diestros, mientras que estos debían adaptarse sobre la marcha a la situación. Ejemplo de esto llevado al límite es, por ejemplo, la modificación a propósito de elementos arquitectónicos, para favorecer a los zurdos.
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