Casi 1200 millones de católicos de todo el mundo miran en estos días a Jerusalén. La Ciudad Santa, capital espiritual para las tres religiones más practicadas del planeta, fue el objetivo de mi viaje. Un viaje que realicé sólo, en el que intenté descubrir qué había detrás de aquel nombre, de aquella división religiosa. Un viaje que no realicé por fe, sino por el afán de comprender un poco mejor el alma humana. Diez días recorriendo Jerusalén, una ciudad mágica, contradictoria, y ancestral por la que los hombres suspiran a través de los siglos.