Incluyendo costes fijos y variables, las energías solar y eléctrica cuestan la mitad que el carbón y el gas, y un tercio del coste de la nuclear. Una aritmética incontestable que hace que, hoy en día, instalar centrales de producción de energía que no sean responsables no tenga ningún sentido, más allá de la no disponibilidad de lugares adecuados para la producción solar o eólico, o la más que posible ignorancia o corrupción de los responsables políticos que toman las decisiones de instalación.