Más que un juicio público, fue una vista oral, con una aspirante a reina fue descarnada, que dictó sentencia y condenó a Willy Jorge y a la joven que lució su fantasía. Me recordó aquel espacio que se emitía a primera hora de la tarde en el que se aireaban las vergüenzas ante las cámaras y sobre la marcha se dictaba sentencia, con tres diferencias: en el puesto del “magistrado” estaba Saida; en la acusación, la madre, y la cadena que lo dio no fue Telecinco, sino Televisión Canaria.