[...]La desesperación que produce esta crisis económica, a la que nadie ve salida, está liberando en la atmósfera una electricidad estática. Basta cualquier chispazo, un triunfo deportivo, una carga desmedida de la policía o el simple tedio mortal, para que se desencadene una tempestad.[...]Puesto que nadie piensa ya en aquel sueño de la revolución que iba a cambiar el mundo, la cólera popular va dirigida a arrojar una piedra, a excitarse con el estallido de los vidrios,...