No es la primera vez, ni la segunda, ni la tercera, es una constante en la derecha social y política el desdén y el desprecio por el acento andaluz. Como si lo consideraran, como si nos conceptuasen como una especie de “hijos de un dios menor”, ignorantes, incultos o atrasados, los andaluces y las andaluzas, su lengua y nuestro acento, han estado en la diana de la mofa y del desprecio.