Ni Bombay, ni El Cairo. Tampoco Nueva York, Los Ángeles o Londres. Con una varianza de hasta 8,5 grados centígrados con respecto a su periferia, la ciudad de Madrid se ha consolidado ya, de acuerdo con el estudio Urban Heat Snapshot, desarrollado por la consultora Arup, como el casco urbano más afectado del mundo por el temido efecto ‘isla de calor’ (ICU).

Durante el pasado mes la temperatura media global superó los 17 grados. Es la primera vez que la civilización humana convive con una atmósfera tan cálida. A propósito de este registro, la comunidad científica señaló una realidad ya conocida en los informes del Panel de Expertos sobre Cambio Climático de la ONU. La Tierra se calienta actualmente con una intensidad inédita en 120.000 años. Cuando alguien escucha el dato inevitablemente se pregunta:¿cómo se sabe eso si por entonces no existían los termómetros?

Tuit de Mesa del árbol del barrio de Carabanchel de Madrid.

Víctor del Árbol, Ben Clark, Alejandro Gándara, Alicia Giménez Barlett y Berta Vias Mahou prenden la envidia desde sus lugares de vacaciones. Uno de los grandes placeres del verano es encender la envidia de los demás, presumiendo en cartas, emails o instagram del edén que ahora habitamos mientras los demás deben resignarse a sus infiernos temporales. Víctor del Árbol, Ben Clark, Alejandro Gándara, Alicia Giménez Barlett y Berta Vias Mahou presumen desde su estafeta de El Cultural de sus paraísos veraniegos en la playa o la montaña.

La coalición explica que esta decisión fue tomada por el anterior alcalde de UPN Enrique Maya que gobernaba en minoría, sin pasar ni por comisión, ni por ninguna junta del Ayuntamiento de Pamplona. Por otra parte, la coalición muestra todo su apoyo y cercanía “a los vecinos y las vecinas que están haciendo todo lo posible por evitar este despropósito a través de movilizaciones”.

Cada año la misma estampa, la misma costumbre ignorante. Avenidas bajo el sol llenas de árboles amputados de sus miembros. Ramas cercenadas, hojas desaparecidas y ni una sombra bajo la que cobijarse. Además de ser una costumbre tremendamente dañina, es estúpida, pues no tiene sentido desmochar un ejemplar rebosante de verde y de salud, solo para que dentro de unos años vuelva a estar igual, si es que lo está. Tras cada poda salvaje, después de cada terciado o desmochado, ningún árbol crece con el mismo vigor, ni vive los mismos años.

La idea de plantar un billón de árboles, simple pero enormemente ambiciosa, reveló el pensamiento republicano reciente sobre cómo abordar el cambio climático. El partido ya no niega que el calentamiento global existe, pero está buscando una respuesta a los veranos sofocantes, los desastres climáticos y el aumento del nivel del mar que no implique abandonar su apoyo entusiasta a la energía producida en Estados Unidos a partir de la quema de petróleo, carbón y gas.

Aunque en España estamos atravesando la ola de calor más potente de lo que llevamos de verano, en Holanda han sufrido varios días de tiempo desapacible. Las tormentas de los últimos días han provocado la caída de un árbol de gran tamaño, con la mala suerte que un coche estaba justo en su línea de descenso. El propietario de este Model 3 aparcó junto al arbóreo compañero sin tener ni idea que a su vuelta se encontraría con el árbol descansando en posición horizontal sobre el techo de su coche.

Sin embargo, el PP europeo está girando, al calor del auge de los partidos negacionistas, y ha anunciado su voto en contra, poniendo en peligro la ley que nacía de un amplio consenso transversal y oponiéndose a la propuesta de su propia líder en la Comisión. El auge del negacionismo y la ruptura de consensos en torno a la acción climática y protección de la naturaleza hay que castigarlo duramente en las urnas, hasta convertirlo en una posición inviable a nivel político.Necesitamos que esto sea un consenso básico y transversal,

París va a diversificar los árboles de la ciudad frente al cambio climático que se avecina y ante el incremento de las olas de calor. El plan consiste en plantar 170 mil árboles para 2026. La principal razón es que los árboles son excelentes absorbentes de carbono, combatiendo la contaminación aérea y disminuyendo las temperaturas locales hasta en 12°C. La alcaldesa quiere convertir París en una ciudad bioclimática, añadiendo 300 hectáreas de espacios verdes y sustituyendo el hormigón de decenas de patios de colegio por tierra y vegetación.