Treinta euros al día o 180 a la semana, según la modalidad de pago, cuenta Diego que cobraba por jornadas que empezaban a las ocho de la mañana, "o antes", y acababan a las cuatro de la tarde, "o después", con "algún sábado que otro incluido". "Era consciente de que me estaba explotando, pero no tenía otra cosa", asegura este chico que cuando le indicó a la mujer, con la que hizo el primer contacto, que no tenía formación para instalar aire acondicionado, "me dijo que no importaba, que su marido solo quería un ayudante".